Fredy Rivera Vélez
Hoy en día, presentar una obra que recoge estudios y análisis sobre
seguridad, política y democracia entre los años 1998 al 2006 no proyecta
necesariamente una identidad de libro histórico. Tampoco es un referente
jurisconsulto sobre derechos humanos y régimen internacional en momentos de
elevada conflictividad subregional. Menos aún se la puede mirar como un ensayo
profundo sobre medios de comunicación, discursos xenófobos y racismos ligados a
la política pública. ¿Qué es entonces? Bueno, es todo aquello sumado a un poco
de detalles formales y sazones internacionales que podrían ser incluidas como
formalidad académica para ser presentada como tesis doctoral.
Todas esas situaciones e interrogantes surgieron en un contexto temático que se
inició a principios de la década pasada cuando me preguntaba si podía interpelar
a la seguridad desde los derechos humanos y viceversa. En ese entonces, la
respuesta fue inmediata y afirmativa porque existía un clima relativamente
benévolo y participativo para lograr desentrañar las condiciones más bajas y
aberrantes de la política partidaria y sus conexiones estatales. Hoy en día, ese
lindero, esa delgada línea roja, es incapaz de proyectar políticamente
transparencia y rendición de cuentas al ocultar velos perversos, porque esa
misma línea se vuelve difusa, acuosa y sinuosa, se torna camaleónica, plástica y
distorsionada al tomar partido por el peso tautológico del poder y del realismo.
¡Todo en nombre de la seguridad!.
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